La mayoría de medusas tienen un tiempo de vida relativamente fijo y corto: entre varias horas o incluso, meses. Sin embargo, la especie de medusa Turritopsis nutricula, de apenas un centímetro de tamaño y originaria de los mares del Caribe, es el único animal biológicamente inmortal del mundo.
Es el único caso conocido capaz de revertirse a un estado de inmadurez sexual tras haber alcanzado la madurez a través de un proceso celular de transdiferenciación, permitiendo a la medusa evitar la muerte. Estudios en laboratorio demostraron que el 100% de los especímenes podían volver a la fase pólipo, pero hasta ahora el proceso no ha podido ser observado en la naturaleza debido a que es muy rápido.
A pesar de esta remarcable habilidad y aunque cada vez es más frecuente encontrarlas en lugares más variados y distantes por motivos evidentes, la mayoría mueren víctimas de la contaminación o de ser comidas por otros animales.
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